miércoles, 19 de octubre de 2011

City Bell, un laboratorio con más hombres que fórmulas - Parte 4

Tapa del libro
Acá dejo la cuarta y última parte del texto de Osvaldo Ardizzone del libro que sacó el diario el Día titulado "de Zubeldía a Bilardo". Recomiendo leer previamente la Parte 1, Parte 2 y Parte 3.



Bilardo y la noche de Old Trafford

Una habitación del hotel transformado en utilería. Las armas, ya con dimensión de piezas históricas, en ese puñado de botines embarrados, de casacas con lodo, de medias, vendas. Osvaldo Zubeldía, Bilardo, Poletti, Conigliaro, Manera, Togneri, Madero, y algunos más que no recuerdo. Todos sentados en el piso, las caras desencajadas. El mate que circula en medio del silencio. No hay muchas ganas de hablar. Ni siquiera yo experimento esa necesidad de expresarme a despecho de mi obligación periodística. Después de alcanzar las metas, después del acontecimiento, el hombre necesita silencio para reflexionar… En una de las paredes, sigue suspendido el pizarrón de la charla técnica previa al partido. El resultado escrito con tiza por Zubeldía era de uno a uno, tal como lo fue… Osvaldo intenta referirse a ese detalle… Se atreve con algunas palabras, pero luego, sonriendo, regresa al silencio… No, esa noche comprobó qué elocuencia encierra el silencio… Y como une, a los hombres… Al cabo, la voz más quedada de Bilardo como si estableciese un coloquio consigo mismo… “Y, ahora… ¿qué? Somos campeones del mundo, lo que habíamos establecido como objetivo final, aunque era un sueño… Pero, esta noche lo conseguimos. ¿Y ahora qué? Volver a la Argentina… Y empezar otra vez, o seguir… Pero, esto se terminó, ya se terminó…” Seguimos con el mate. No disponíamos de una sola botella de lo que fuera para prolongar la vigilia, una vigilia que merecía todos los brindis… Pero, las leyes inglesas son inviolables. Ni por todo el oro del mundo se lograba prostituir esas rejas que custodiaban todos los licores… Nos fuimos retirando de a poco… Sobre los tejados grises, lustrosos por la lluvia que caía con mansedumbre de garúa, ya amanecía tímidamente. Debía irme, porque me albergaba en otro hotel muy distante. Solicité un taxi, y calculando la espera, fui a despedirme…

El Narigón Bilardo, andaba por todas las habitaciones despertando a los que dormían a golpes de almohada. Parecí un poseído, un loco… “Vamos, vamos, todo el mundo arriba… Aquí no duerme nadie esta noche… Hay que quedarse despierto para seguir gritando que somos campeones del mundo… ¿Cómo se van a dormir? ¿No se dan cuenta que esta noche no vuelve más, que mañana ya todo pasó…? ¿Cuándo volveremos a ser otra vez campeones del mundo?” seguía reflexionando el Flaco Bilardo a los gritos metiendo almohadonazos…

¿Los desbordes, los excesos, la trampa del offside, los cuatro volantes, la barrera, el corner con pierna cambiada? No, eso es muy pequeño con relación a la magnitud de la empresa… Yo también quiero acordarme que antes de Racing y antes de ese Estudiantes – al menos algunos años antes- no gozábamos de buena fama en Uruguay. Yo también quiero acordarme cuando en aquel partido de Copa frente a Nacional, aguien abrió las puertas secretas de las entrañas del Centenario para que “entren” los boxeadores – cuatro en total – del club para agredir al Pacha que estaba haciendo precalentamiento solo, en tanto el profesor Kistenmacher había cerrado la puerta del vestuario con llave. Y pacha, solo, puso la espalda contra la pared, y “se bancó” los uppercut y los jabs y los directos de los “púgiles locales” devolviendo algunos golpes no muy ortodoxos y algunos puntapiés no muy bien chanfleados. Pero sirvieron para que “los púgiles” huyeran, frente a ese Pacha que “no arrugaba” ni perdiendo… Y quiero acordarme también que aquel Estudiantes era buen equipo – y por qué no muy buen equipo – en ubicación de los hombres, en la estrategia, en las prevenciones, en las trampas, en las ventajas… Todo eso que ya dejó de ser “pecado” para ser utilizado por la mayoría de los equipos, incluida nuestra selección del fútbol Menottiano…

Rubén Lachaise y Osvaldo Zubeldía
Hace unos días, muy pocos días, le pregunte a este Carlos Salvador Bilardo por qué le había producido más satisfacción la Copa América – la primera – que la consagración de Old Strafford. Y me contestó…

-¿Sabes por qué? Porque con aquella Copa empezaba todo, con la consagración de Old Strafford todo concluía. Por eso sentía pena. Porque estaba convencido que ese era el final de un esfuerzo, de una revolución en el fútbol…

Nunca hay final, Carlos. Como dijo usted, la vida sigue. “En el hijo se puede volver”, canta Hamlet Lima Quintana. La revolución que amaneció por el sesenta y cinco sigue y vuelve a tener vigencia…

Para mí empezó en un tres. En el rápido a La Plata de las ocho y un minuto. Cuando vivía Osvaldo…

Un Estudiantes de aquella época: Aguilar, Pachamé, Pezzano, Malbernat, Romeo, Verde, Echecopar, Di Maria, Verón, Errea, Pagnanini, Rudski, Solari, Fucceneco, Conigliaro, Elorga, Zubeldía, Flores, Spadaro, Bilardo, Togneri, Kistenmacher, Tato Medina.

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2 comentarios :

  1. Mazy: Esta publicación alguna vez formó parte de mi biblioteca y te agradezco su publicación. Pienso que sería muy interesante que el club, bajo la sugerencia del Director Deportivo JSV,imprimiera y distribuyera entre todos los jugadores de Estudiantes, desde la primera a la pre-novena división, este escrito de Osvaldo Ardizzone para que entiendan bien y sin dejar ningún lugar a dudas lo que significa poseer o tener la suerte de poder adquirir el ADN de Estudiantes de La Plata. Importante especialmente en esta época de vedetismo, farádula y de jugadores que actuan en circunstancias varias como niñas mimosas.

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    1. No sería mala la idea Kedelig... Igual yo creo que ahora se está transmitiendo un poco de nuestra historia a los más chicos.

      Gracias por pasar, abrazo grande!

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