El tremendo golpe que significó el descenso a Primera B despertó en Estudiantes un espíritu que estaba adormecido luego de años de flojas campañas. El retorno a la A se transformó en una obsesión, en una fiebre que invadió hasta el último rincón de la hinchada albrirroja. Y así como la huelga de fines de 1952 enardeció a los dirigentes que respondieron rematando el equipo a precio vil, la pérdida de la categoría no alteró a quienes conducían a la institución en su momento deportivo mas desafortunado. No se le dio salida a los jóvenes jugadores como José María Silvero y Juan Urriolabeitia, entre otros, que habían pagado un alto precio por su inexperiencia. Se les hizo un nuevo voto de confianza. Se les dio la responsabilidad de devolverle a Estudiantes el lugar que jamás debió haber perdido. Y se los rodeo de algunos hombres expertos. Permanecieron en el plantel Walter Garcerón, Leandro Casanueva y el Cochero Héctor Antonio. El Payo Pelegrina retornó luego de una temporada en Huracán y de Boca llegó un centrodelantero goleador como Roberto Rolando. El resto del equipo era el mismo que se había ido al descenso. El arranque fue con todo. Se empezó ganándole por 2 a 0 a Argentino de Quilmes de visitante, 4 a 0 a Los Andes en 57 y 1, 1 a 0 a Dock Sud y 3 a 2 a All Boys. Los hinchas, sábado a sábado, renovaban su credo pincharrata en un carnaval que llenó estadios modestos en geografías como Lomas de Zamora, Floresta, Santa Fe, Junin, Temperley y Mataderos que Estudiantes no tenia el gusto de conocer.
La serie de cuatro triunfos consecutivos se interrumpió con un empate en dos con Atlanta en Villa Crespo, pero se volvió a la victoria ante Defensores de Belgrano en La Plata por 1 a 0. La visita a Santa Fe, en la séptima fecha, derivó en la primera derrota: 3 a 2 ante Unión. Y a partir de ahí, un bajón. Como si el equipo de pronto hubiera perdido la fe en si mismo, o estuviera pagando el precio de la adaptación a una categoría que siempre tuvo códigos muy especiales, Estudiantes sumo cinco partidos sin éxitos, hasta que una derrota categórica, 4 a 1 ante Talleres de Remedios de Escalada en 57 y 1, puso fin al ciclo del Moncho Alberto Viola como director técnico. Los dirigentes buscaron un entrenador de primera linea y con antecedentes reconocidos, y dieron con Mario Fortunato, aquel estratega inteligente y astuto que había formado y dirigido varios equipos campeones de Boca en los anos ’30 y los ’40.
Fortunato le insufló un aire nuevo a Estudiantes. Y debutó en la última fecha de la primera rueda imponiéndose 3 a 0 a Chicago en La Plata. Por entonces, los Pinchas ocupaban la tabla con 20 puntos, tres menos que Colon, que era el lider y el gran candidato al ascenso por el futbol que habia exhibido hasta allí. El comienzo de la segunda fase significó tres triunfos al hilo, 1 a 0 a Argentino de Quilmes, 6 a 1 a Los Andes y 3 a 0 a Dock Sud, hasta que un empate 1 a 1 con All Boys en Floresta, fue el preludio de dos derrotas por 1 a 0 con Atlanta y Defensores que preocuparon a unos cuantos en La Plata. Estudiantes no jugaba mal, pero tampoco obtenia los resultados que necesitaba.
Luego de ganar solo un partido de seis, los pinchas retomaron el paso victorioso superando a Temperley por 2 a 1, a Talleres por 2 a 0 y a Colón por 3 a 1. Un empate 2 a 2 ante Argentinos en La Paternal fue el último punto que se cedió. En las cinco fechas finales, Estudiantes fue una máquina que, aprovechando un repentino y sorprendente declive de Colón, Unión y Atlanta, los otros favoritos, ganó cuatro partidos consecutivos, paso a la cima de la tabla y ganó por tres puntos, 46 a 43, un campeonato que unas fechas antes, aparecía como sumamente complicado. Manuel Pelegrina fue el goleador del equipo con 16 goles.
El objetivo de volver a Primera estaba cumplido. Y había que celebrarlo a lo grande. Como el título se había asegurado en la penúltima fecha con una goleada por 5 a 0 a Central Córdoba en Rosario, se consiguió la autorización de la AFA para jugar como local en 57 y 1 ante Chicago, pese a que debia hacerlo en Mataderos. El estadio pincha vivió una jomada memorable. Una multitud completó los viejos y gloriosos tablones. En el palco oficial, como en la mayoria de los encuentros de la segunda rueda, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Aloé, siguió atentamente los festejos y el partido. Y el equipo respondió a semejante demostración de afecto con otra goleada espectacular, 8 a 1. El saldo de la campana arrojó 19 victorias, 8 empates y 7 derrotas, con 69 goles a favor y 35 en contra. El mal trago había sido superado. Estudiantes volvía a ocupar su lugar, estaba otra vez en Primera.
En ese año '54 se batieron todos los récords de venta de entradas en el fútbol de nuestro medio y como ocurrió en la máxima categoría también se produjo en la Primera B. Eso tuvo que ver con la participación de estudiantes que fue seguido a todas partes por un gran número de hinchas que coparon las distintas canchas del ascenso.
La fractura política que sufrió Estudiantes en el 53 hizo que muchos jugadores de la tercera y la reserva tuviéramos que saltar a primera y eso desembocó en el inesperado descenso. Luego de perder la categoría, varios de los chicos fuimos confirmados, como Ruggeri, Urriolabeitia y yo, lo que significó un gran respaldo para nosotros. Aunque todo fue muy sobre la marcha, se formó un plantel homogéneo que mezcló juventud con experiencia. Esa combinación fue muy buena y nos permitió a los más jóvenes desarrollar toda nuestra capacidad con tranquilidad, al amparo de los compañeros con mas partidos. Aunque no arrancamos bien, desde el principio creíamos que podíamos ascender. Fue un campeonato difícil porque era todo nuevo y nos costó ambientamos. Pero una vez que tomamos envión, se transformó en un equipo imparable. Había jugadores de mucha calidad como el Payo Pelegrina y Garcerón, y teníamos un gran arquero como Gioffre. Al principio no se nos dieron algunos resultados y como siempre al primero que le cortaron la cabeza fue al técnico. Por eso Alberto Viola se tuvo que ir y lo reemplazó Mario Fortunato. Los dos eran excelentes profesionales y aportaron lo suyo para el equipo. La diferencia que sacamos al final hizo que aparecieran los rumores y las sospechas de siempre, sobre partidos arreglados y demás. Pero aquel era un gran equipo con jugadores que se brindaron permanentemente para conseguir el ascenso. En los últimos partidos marcamos la diferencia a partir de la supremacía física que teníamos, producto de una gran preparación, y la capacidad del plantel, con condiciones superiores a la de la división. Ademas el acompanamlento y el apoyo de la gente fueron masivos y eso también nos ayudó para conseguir el objetivo.
Fuente: Estudiantes 100 años (Clarín) y Diario El Día.
Entradas relacionadas:
La serie de cuatro triunfos consecutivos se interrumpió con un empate en dos con Atlanta en Villa Crespo, pero se volvió a la victoria ante Defensores de Belgrano en La Plata por 1 a 0. La visita a Santa Fe, en la séptima fecha, derivó en la primera derrota: 3 a 2 ante Unión. Y a partir de ahí, un bajón. Como si el equipo de pronto hubiera perdido la fe en si mismo, o estuviera pagando el precio de la adaptación a una categoría que siempre tuvo códigos muy especiales, Estudiantes sumo cinco partidos sin éxitos, hasta que una derrota categórica, 4 a 1 ante Talleres de Remedios de Escalada en 57 y 1, puso fin al ciclo del Moncho Alberto Viola como director técnico. Los dirigentes buscaron un entrenador de primera linea y con antecedentes reconocidos, y dieron con Mario Fortunato, aquel estratega inteligente y astuto que había formado y dirigido varios equipos campeones de Boca en los anos ’30 y los ’40.
Fortunato le insufló un aire nuevo a Estudiantes. Y debutó en la última fecha de la primera rueda imponiéndose 3 a 0 a Chicago en La Plata. Por entonces, los Pinchas ocupaban la tabla con 20 puntos, tres menos que Colon, que era el lider y el gran candidato al ascenso por el futbol que habia exhibido hasta allí. El comienzo de la segunda fase significó tres triunfos al hilo, 1 a 0 a Argentino de Quilmes, 6 a 1 a Los Andes y 3 a 0 a Dock Sud, hasta que un empate 1 a 1 con All Boys en Floresta, fue el preludio de dos derrotas por 1 a 0 con Atlanta y Defensores que preocuparon a unos cuantos en La Plata. Estudiantes no jugaba mal, pero tampoco obtenia los resultados que necesitaba.
Luego de ganar solo un partido de seis, los pinchas retomaron el paso victorioso superando a Temperley por 2 a 1, a Talleres por 2 a 0 y a Colón por 3 a 1. Un empate 2 a 2 ante Argentinos en La Paternal fue el último punto que se cedió. En las cinco fechas finales, Estudiantes fue una máquina que, aprovechando un repentino y sorprendente declive de Colón, Unión y Atlanta, los otros favoritos, ganó cuatro partidos consecutivos, paso a la cima de la tabla y ganó por tres puntos, 46 a 43, un campeonato que unas fechas antes, aparecía como sumamente complicado. Manuel Pelegrina fue el goleador del equipo con 16 goles.
El objetivo de volver a Primera estaba cumplido. Y había que celebrarlo a lo grande. Como el título se había asegurado en la penúltima fecha con una goleada por 5 a 0 a Central Córdoba en Rosario, se consiguió la autorización de la AFA para jugar como local en 57 y 1 ante Chicago, pese a que debia hacerlo en Mataderos. El estadio pincha vivió una jomada memorable. Una multitud completó los viejos y gloriosos tablones. En el palco oficial, como en la mayoria de los encuentros de la segunda rueda, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Aloé, siguió atentamente los festejos y el partido. Y el equipo respondió a semejante demostración de afecto con otra goleada espectacular, 8 a 1. El saldo de la campana arrojó 19 victorias, 8 empates y 7 derrotas, con 69 goles a favor y 35 en contra. El mal trago había sido superado. Estudiantes volvía a ocupar su lugar, estaba otra vez en Primera.
En ese año '54 se batieron todos los récords de venta de entradas en el fútbol de nuestro medio y como ocurrió en la máxima categoría también se produjo en la Primera B. Eso tuvo que ver con la participación de estudiantes que fue seguido a todas partes por un gran número de hinchas que coparon las distintas canchas del ascenso.
Así lo contaba José María Silvero
Silvero entre el arquero Toledo y zapa |
Fuente: Estudiantes 100 años (Clarín) y Diario El Día.
Entradas relacionadas:
- Homenaje 11: "El Payo" Manuel Pelegrina
- El Histórico gol de "hachita" del Beto Infante
- Homenaje 10: Pedro Osácar, el Hombre de la Sede
Modesto estadio el de Colón..... y por casa como andamos??? jajajaja Saludos hijo.
ResponderEliminarJajaja chau "B"OLON te fuiste a la B por CAG0N... y no volves mas... virgo como gilnasia !!!
ResponderEliminarhijo mio
EliminarMuy bueno el blog y sorprende que en esa epoca jugaban con Dock sud" que cumple 100 años de vida en setiembre habría alguna foto con Dock sud , muchas gracias!
ResponderEliminaraños despuès, la mistica volveria y se ascenderìa vertiginosamente transformando esa angustia del desscenso inmerecido del 93 en un ascenso con estadisticas inigualables.ELP un ejemplo,.
ResponderEliminarDa la sensación de no haber estado jamás jugando en la B... en una parte del ´53 disputamos el juego de primera división al igual que en el ´54 ... y así de repentino fue también lo ocurrido en las temporada del ´94 y ´95 ...
ResponderEliminarY está muy bueno el blog! gracias
ResponderEliminarYo viví el descenso y el ascenso con 12 años. Leo la critica del diario y el comentario de sillero.lo estoy viendo. Y me emocionan los recuerdos.como olvidar aquello.
EliminarEs muy lindo volver a leer toda la crónica con respecto al descenso y ascenso. Hubo mucha garra y compromiso para que muchos jugadores hicieron posible volver a la primera división. Mi padre, Antonio Ruggeri fue uno de ellos.
ResponderEliminar