martes, 5 de noviembre de 2013

Entrevista a Verón de la revista italiana "Guerin Sportivo" en 1999

Un agradecimiento a Luca Gandini, hincha del Inter de Milan y gran conocedor del equipo de Zubeldía,  que me mandó esta entrevista de la revista italiana "Guerin Sportivo", de 1999, traducida por él.


Rebuscando en mis archivos, conseguí un interesantísimo documento sobre uno de los campeones más célebres de la historia de Estudiantes: Juan Sebastián Verón.
Fue una larga entrevista realizada por el periodista Matteo Dalla Vite y publicada en la famosa revista italiana “Guerin Sportivonúmero 43 en el octubre de 1999.
En aquel entonces, la Serie A era probablemente la liga más prestigiosa y competitiva en Europa, y La Brujita una de las estrellas más brillantes del “calcio” italiano. No fue un caso que, gracias a su talento, la Lazio, en aquella temporada, conquistó el título y la Copa nacional.
En esa entrevista, “Seba” habla de todo: de su infancia, de su familia, de Maradona y de muchos otros temas, mostrándose un personaje auténtico y sin titubeos a exponer sus ideas.



LA BRUJITA ENCANTA EL “CALCIO”
  
Roma: «Tenía ocho años y todos los amigos míos coleccionaban las figuritas. Yo no podía, no me las compraban. Entonces un día hurgo en el bolso de mamá (Cecilia) y a escondidas retiro un poco de dinero como en el cajero automático, y llego volando al kiosco. Eran las figuritas de la Selección Argentina, me moría de ganas por tenerlas, por pegar la de Maradona, mi rey. Entonces voy, las compro y me queda un poco de resto: ¿Qué hago? Claro, me desentiendo de todo y lo echo en el jardín de mi vecino. El cual, el día siguiente, se encuentra con mi madre y le pregunta si había perdido unos pesos. Ella se había percatado de todo, pero le faltaban las pruebas. ¡Encontradas! Mis padres me hicieron llorar dos horas, gritando que habrían llamado a la policía y que habría pasado toda la noche en prisión. Desde entonces, todas la veces que veo esas uniformes, es un shock».
-Una hora transcurrida con “Seba” Verón es una hora que repetirías siempre: porque la banalidad está en offside, porque un Maradona descrito así (como leeréis) nunca se lo puede imaginar, porque del “Che” Guevara al sexo y de las fugas a los regresos, hay toda la personalidad de este chico de los ojos de simpática canalla.
«Ahora puedo decir ser un chico tranquilo, pero una vez era un loco, un loco en serio».
-Hablemos de aquella vez...
«...Aquella vez en que robé el auto a mi papá Ramón con la asistencia de mi primo Pedro. Todavía no tenía el permiso de conducir, entonces le dije: vamos, primo, enseñame a conducir. Bueno: él tiene a los pedales, mientras que yo maniobro al volante. La primera vuelta, todo bien, estabamos lejos de casa, pero en la segunda Pedro apreta el acelerador y chocamos contra una planta terminando en un hoyo. Vuelvo a casa corriendo, llamo a papá y faroleo un poco: ¿Por favor nos ayudas que pinchamos una rueda? Cuando vio el auto destruído, casi me mata...».
-Y aquel día en que vos, a los dos años, fuiste expulsado por el árbitro...
«Aconteció en el período en donde mi padre jugaba en Colombia: yo hacía de recogepelotas y de improviso una pelota se me escapa en la cancha durante el partido. Yo entro, tranquilo, como si fuera en el parque infantil detrás de mi casa. Llega el árbitro, bramido en las tribunas, carcajada colosal y tarjeta roja para el pibe Verón».


-La Brujita.
«Mi padre siempre ha sido La Bruja, porque hacía magias con la pelota. Yo, que soy su heredero, soy La Brujita. En Argentina, todo el mundo me llama así: “Hola Brujita”. Es normal, me suena simpático y no ofensivo».
-¿Es difícil tener una “estrella” como padre?
«Papá Ramón también me entrenó, en Estudiantes, y ha sido un campeón en serio: en 1968 anotó el gol contra el Manchester United de Charlton y Best que fue decisivo en la conquista de la Copa Intercontinental. El año siguiente, al contrario, tuvo que rendirse al Milan de Rivera. Era y es un mito, papá, como se mueve, todo el mundo lo saluda. Si vas al estadio con él, parece una caldereta».
-Como tú.
«Te digo la verdad: en Argentina yo siempre me escapaba, de la escuela cuando era un niño y de las concentraciones cuando eran demasiado largas».
-¿Y lo contás así?
«Sí, y vistiendo el chándal de mi club iba a ver a una chica con la que pasaba una horita buena».
-¿La primera vez con el sexo?
«Pagando. Tenía 14 años. Sabes como es... En compañía, anda vos, no, anda vos, fue así...».
-¿Y la “última” antes del partido?
«Puede ser aun en la noche anterior».
-¿Entonces son todas mentiras las que nos cuentan entrenadores, preparadores y científicos de la pelota?
«Mira, para mí es así: si me va, voy. En los partidos nunca tuve las piernas flojas por ello».
-Pero cuando te apareció Diego...
«En el mes de marzo de 1996, después de mi período en el Estudiantes, llego a Boca Juniors. Un par de días antes, la televisión había emitido una entrevista de Diego en donde decía: “Estoy contento que Boca haya adquirido a un jugador fuerte y joven como Verón”. Bueno, fue como romper el hielo».
-Y solo era el aperitivo.
«Yo no lo conocía personalmente. Yo era el pibe y él el rey, el campeón de las figuritas, del Napoli, de la Selección, de mis sueños. Llego a Boca y, aunque sea descalificado, Bilardo me agrega al equipo, diciéndome: “De esta manera te familiarizas”. Vamos al hotel de la concentración y me presento a los nuevos compañeros, pero Diego no está. “Esta en su habitación” me dicen, y mientras me encuentro delante del ascensor, las puertas se abren y...».
-El Pibe.
«Yo me vuelvo “tonto”: porque empiezo sudando, casi no me tengo en pie, mi mano tiembla y no puedo que decirle un banalísimo “Buenos días”».
-¿Y él?
«Él me da una bofetada en el hombro dándome la bienvenida. Yo estaba petrificado, sin saber qué decir o hacer».
-Aquel año, 17 partidos, 3 goles y...
«Su camiseta, la número 10 que le regalé a mamá Cecilia. Estaba más contenta ella que yo».



-¿Diego nunca te besó como hizo con Caniggia?
«Nooooo. La verdad es que podes esperar todo de él, solo tenes que estar listo. Aquella vez, durante el beso, nos echamos a reír como locos».
-Esperaste todo de él, entonces...
«Mira, yo adoraba a Maradona cuando jugaba en la calle y lo adoro hoy, que el teléfono nos acerca cada vez que queremos. Cuando era un niño, madrugaba para ver sus partidos con el Napoli, nunca me los perdía. Un día sin verlo era un día sin sentido ni sabor».
-Pochoclos y nostalgia: hoy basta ir al cine para verlo.
«Quizás iré. Pero me bastó hablar con él hace tres semanas».
-¿Cómo anda?
«No está en su mejor momento. No. Diego tiene un corazón grande, no sabes cuanto, y cuando amas a una persona, te sientes hundir junto con ella. Y a Diego yo lo amo. Ahora no cuento de sus malas compañías, todo el mundo lo sabe; te cuento de un hombre que no sabe refrenar, que va por un cierto camino y que no consigue cambiar su dirección».
-¿Nunca tuviste el coraje de hablar con él?
«Para mí es muy difícil decirle “¡Basta!”. No sé... no tenía la fuerza, casi como si algo siempre frenaba todos mis intentos. Algunas veces estábamos en concentración y él desaparecía cinco minutos. Después volvía y era otra persona».
-¿Nunca lloraste por ello?
«No recuerdo. Sé que la última vez que lloré fue cuando nació mi hija Jara, hace tres meses. Lágrimas de felicidad».
-Florencia es la mamá y la novia tuya.
«La conozco desde ocho años y también fue la cómplice de un robo de automóvil a mi padre. Uno de los tantos».
-¡Entonces... eras un loco!
«Sí, lo era. Pero el pasado verano tuve un accidente con una Chrysler: mira esta cicatriz en la cabeza... Es un pequeño recuerdo...».
-¿Todos así en tu familia?
«Gracias a Dios no. Mi hermano Iani de 13 años y mi hermana Yesmil de 18, siempre han sido más tranquilos: ellos han cumplido con sus estudios, mientras que yo, la escuela, la odiaba visceralmente».
-Hasta que llegaste a ser un reparador de neumáticos.
«Sí, “el gomero”. Me divertía y ganaba un poco. Tenía 15 años, madrugaba a las 7 y probablemente fue por esto que duró sólo 6 meses. Demasiado duro».
-¿Infancia feliz, la tuya?
«Muy feliz. Porque aunque podía tener mucho, me contentaba con poco. Hoy los niños se aboban en casa con la Playstation, mientras que yo jugaba al fútbol en la calle o hacía la guerra con las pinzas usándolas como pistolas. Todo simple, pero todo auténtico».

-¿Como la amistad con quién?
«Con Hernán Crespo, un chico maravilloso con el que me llevo muy bien desde años. Yo y él nos completamos, porque – entre otras cosas – es más tranquilo que yo».
-¡Y dale!
«Mira, yo me gusto, pero si tú me preguntas: “¿Querrías clonarte?” yo te respondería que no, porque un tipo como Verón ya basta. Tengo el mérito de ser el mismo chico de siempre, pero sé también que tengo el defecto de exagerar».
-Lunático, entonces.
«Así así».
-¿Y aquel pendiente?
«Tengo solo uno, esto, con los brillantes. Pero tengo también dos colgantes que valen mucho: la “Brujita” y “León”, la mascota de Estudiantes».
-¿Y cuántas Ferrari?
«Una, de color gris. Si pudiera nacer nuevamente, me gustaría ser un piloto de Fórmula 1».
-¿Schumacher o Irvine?
«Schumacher. Es el número 1: y si alguien dice que es antipático solo porque no habla el italiano, bueno, no entiende nada».
-Brujita, acciona tu escoba y vuela atrás en el tiempo.
«Me gustaría ir a cena con dos personajes: Napoleón y Ayrton Senna».
-Tres, te faltó el “Che” Guevara, que es un punto de referencia también para el Diego.
«Acá tengo un tattoo que lo representa. Un tattoo enorme».
-¿Qué significa Che Guevara para tí?
«Mmmmh, nadie me había hecho esta pregunta antes. Él es un símbolo, un luchador, un hombre que puso sus ideas delante de todo, sacrificando su vida por ellas».
-¿También tiene un significado político?
«Solo humano».
-¿Qué harías por tus ideas?
«Todo. Nunca tuve titubeos a exponerlas».
-¿Verón tiene miedo?
«Sí, para Argentina, porque la situación actual está colma de criminalidad, de problemas, de tirones, de robos, de violencia. Entonces me asusta que mi hija pueda ver un mundo así cruel».
-¿Si pudieras escribir un libro, qué tema elegirías?
«¿No fútbol? Bueno, entonces hablaría de sexo y droga. Y también de amistad: en mi vida sólo una vez he odiado, cuando fui traicionado por un amigo».
-Verón y los periodistas.
«Nos encontrábamos en Francia, en ocasión del último Mundial, y salió la noticia según la cual estaba implicado en un caso de doping. Bueno: todos los periodistas argentinos que reputaba amigos, que en pasado habían comido en mi casa, que en los años precedentes me abrazaban, todos me acusaron. Todos menos uno».
-Nombre y apellido, Seba.
«No viene el caso. De todas formas, es por esta razón que nunca haré tu profesión. Anteponiendo que, en todas las profesiones, están los justos y los cabrones».
-Entonces: nombre y apellido del compañero más loco que encontraste.
«Mmmh no sé. El campeón del futuro es sin duda Aimar».
-El loco, Seba, el loco. ¿Martín Palermo?
«Jajaja, es un loco de verdad, pero un loco juguetón. Pero una vez con los Barros Schelotto...».
-¿Juergas?
«Al contrario, palos de ciego. Martín y los dos mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto – ahora juntos en Boca Juniors – nacieron y crecieron juntos. Han compartido bromas, compañías y juegos. Pero al principio de la carrera, sus caminos futboleros se habían separado, por lo tanto empezaron provocándose como si la infancia nunca los hubiera unidos. Una noche, en la disco, tras un clásico de La Plata, se pegaron como acérrimos enemigos. Parecían endemoniados».
-Siendo una Bruja, tenes dos magias a tu disposición: la primera.
«Realizo un sueño. Conocer al Papa».
-La segunda.
«Encuentro el coraje».
-¿De hablarle?
«No. De decir al Diego algunas cosas».

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