viernes, 22 de abril de 2011

Quizás algún día quieran volver

Este texto lo saqué de la edición de la Revista Animals Nro 49, es un relato escrito por el Profe López sobre el estadio de 1 y 57. Me gustó mucho y lo quería compartir con quienes nunca lo leyeron.

  La modernidad se me vino encima, caracho. ¡Y yo que creía que con el paso del tiempo me iban a ir mejorando! Me equivoqué. Y en una de esas, puede que tengan razón. ¿Para qué me quieren ahora? ¡Pasó ya tanto tiempo desde la última vez que me usaron...! Y eso que fue en un clásico. Estaban contentos me acuerdo. Saltaban, gritaban, tiraban petardos. Es que venían de comerse cuatro allá. Después se olvidaron. Se fueron a jugar al otro, al del gobierno. Todo de cemento, moderno y hasta con ascensores. Entonces...¿para qué me van a querer a mí ahora? Allá, tienen lugar para estacionar. Se embarran hasta el culo cuando llueve, pero los señores ahora tienen lugar para estacionar.
   Con el paso del tiempo me fui dando cuenta de que si no les hubiera ido tan bien habrían vuelto. Pero... tienen un cuadrazo. En el otro ganaron un clásico 7 a 0, salieron campeones, estuvieron no sé cuántos partidos sin perder, ¡salieron campeones de américa también! ¿Para qué van a querer volver? Encima son todos muy "cabuleros". ¡Pensar que antes nadie quería venir a jugar acá! Les tenían miedo. Bué, en realidad, al que le tenían miedo era a mí. "¡Ahí no se puede jugar, los alambrados están muy cerca!". "¡Esos vestuarios son muy chicos, encima dejan entrar a cualquiera!". Eso decían todos, principalmente los de Boca y los de River. Tenían miedo. ¡Temblaban cuando bajaban de los micros! Yo les veía las caras. Se cagaban en las patas. Yo los veía. Pero como no soy "botón" no voy a nombrar a nadie. ¡Para la tapa de El Gráfico ponían cara de malos! Pero acá era otra cosa. Ahí les sacábamos ventaja. Ellos se asustaban... y nosotros nos agrandábamos. Me acuerdo de un morocho grandote, cara de malo, manos grandes, ¡calzaba como cuarenta y siete el animal! Pero cuando se ponía nervioso se le aflautaba la voz, le salía finita. Y como acá siempre se ponía nervioso... le salía la voz como la de Libertad Lamarque. Los nuestros se le cagaban de risa, no podía ni hablar el tipo.
   Pero los tiempos cambian, ahora la gente vive más apurada, nadie se acuerda de lo que hizo una hora atrás. ¡Mirá si se van a acordar de mí! O de todo lo que vivieron acá adentro. Y eso que no todo era "fulbo". Acá venían los que jugaban al handball, los del tenis. ¡Y en carnavales...! Era impresionanate la gente que venía ¡Por Dios! La ciudad entera venía. ¡Y en el verano, cuando se jugaban los torneos nocturnos! Ahí también venían. La llamaban Copa Osacar, se llenaba ¡Como ciento cincuenta equipos se anotaban! De todos los clubes, Deportivo, For Ever, Universal. También los negocios anotaban equipos, Tintorería Colón, Casa Cumbio. Pero pasó tanto tiempo... Ya se olvidaron. Se olvidaron del 68, cuando volvieron de Inglaterra y mostraron la Copa, de cuando le ganaron a Nacional y salieron campeones de América. Hacía un frío bárbaro esa noche. Se olvidaron de cuando venían temprano a ver la Tercera, de cuando volvieron de la B contra los salteños. ¡Cómo estaba esa noche! Casi me aplastan de tanta gente que había. Después los dejaron entrar a pisar el césped. Me lo dejaron a la miseria.
   ¡Pero que le vamo' a hacer! La gente ahora se olvida fácil. Antes era otra cosa. Me acuerdo de cuando se me prendió fuego la Techada. Fue una lástima. Era chiquita, pero... ¡qué linda que era! Tenía una cúpula hermosa. Enseguida me hicieron otra un poco más grande, no era tan linda como la primera pero estaba bien. Después, cuando Mangano, que era constructor, hizo hacer la de cemento, pensé que me iban a modernizar. Pero... me equivoqué.
   Todavía me acuerdo de cuando me convirtieron en cancha de fútbol. Porque yo antes era un velódromo. A pico y pala me alisaron. No eran muchos ¡Pero cómo trabajaron! Se curtieron el lomo laburando. La noche que me inauguraron fue inolvidable. Si me apuran creo que tengo que decir que fue la más feliz de toda mi existencia. Tenían terminado todo y era Nochebuena. Se vinieron para acá, todos. Trajeron un poco cada uno y se vinieron a pasar la Navidad conmigo ¡Se armó una fiesta hermosa! Toda la familia de Estudiantes estaba esa noche en 57 y 1. Pero eso ya pasó, es triste pero ya pasó. En una de esas, las vueltas de la vida hacen que un día quieran volver.

   Fin
Profe López  

Fuente: Revista A!

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